ARGENTINA FESTEJA EN PUERTO RICO

Fue 80-78 ante Puerto Rico en un encuentro que Argentina jugó con la tranquilidad de tener asegurado un lugar en el Mundial de Turquía 2010 por el triunfo de Brasil sobre Uruguay, por 82-62

La cara de fastidio y asombro de Luis Scola cuando un periodista extranjero le preguntó después de la derrota ante Brasil si Argentina ya estaba pensando en pedirle a la FIBA una de las cuatro invitaciones especiales para Turquía 2010, hoy tiene explicación. "¿De qué me estás hablando? Apenas perdimos dos partidos", explicaba el capitán, que nunca perdió el equilibrio. Y el tiempo le dio la razón a quienes nunca perdieron la fe en este equipo.

Argentina se aseguró hoy uno de los cuatro lugares que este Premundial reparte para el Mundial del año próximo y que le permitirá, en su duodécima participación en estos torneos, volver a juntar a varios de los hombres que llenaron de gloria al basquetbol argentino.

Quedaron atrás momentos de angustia, vividos por la falta de respuesta inicial de un equipo que apareció a tiempo para volver de la muerte.

Así como se recuerda con dolor el triple que Andrés Nocioni falló sobre el cierre en la semifinal contra España en Japón 2006, se recordará con emoción el triple salvador de Andrés Pelussi en el partido contra República Dominicana que le permitió al equipo de Sergio Hernández ganar ese partido en el tiempo extra y avanzar con un arrastre de dos victorias a la segunda fase. Si el final del bombazo de Pelussi hubiera sido igual al de Nocioni, probablemente hoy estaríamos hablando de un fracaso. Es que viendo cómo se desarrolló el torneo, ahora resulta muy difícil entender cómo Argentina se complicó tanto la vida aquí. Lo cierto es que la historia tendrá otra vez final feliz para la Selección. Hoy no interesa si se consigue el título o no. El objetivo está cumplido, y eso es lo que importa.

Ya puede Pablo Prigioni empezar a probarse otra vez la celeste y blanca con el número 11 para dejarle la 5 a Manu Ginóbili, quien ya avisó que esa por ahora seguirá siendo suya. Seguramente, los dos serán los integrantes de un perímetro de lujo en Turquía.

También será clave contar con Nocioni, Oberto y Delfino. También habrá que insistir por Herrmann y, ¿por qué no? tratar de revisar la situación de Hernán Jasen (en este torneo hubiera venido muy bien tenerlo). Ahora comienza la cuenta regresiva para Argentina. El próximo 28 de agosto irá la bola al aire en Estambul y la Generación Dorada estará allí para volver a ilusionar.

Después de haberse metido entre los cuatro mejores en los últimos cuatro torneos grandes que jugó, entre Mundiales y Juegos Olímpicos, la Selección quiere más. No le alcanza con el oro en Atenas 2004, la medalla de plata en el Indianápolis 2002, el bronce en Beijing y el cuarto puesto en Japón 2006. Ninguno de los integrantes de este grupo histórico del deporte argentino se resigna a un adiós sin más gloria. En eso son muy egoístas. La quieren toda para ellos. "Este equipo tiene corazón", repite una y mil veces el español Moncho Monsalve, técnico de Brasil, cuando habla de Argentina. Y no se equivoca.

Hace una semana, la clasificación para el Mundial era apenas un sueño, pero apareció el alma de Scola, Prigioni y compañía para hacerlo realidad. El 13 de diciembre la FIBA hará el reparto de invitaciones especiales, pero eso ya no nos preocupa.