El Pincha fue un verdadero León en Belo Horizonte, venció 2-1 a Cruzeiro y se quedó otra vez con la Copa Libertadores. Su capitán, Juan Sebastián Verón, fue estandarte, figura y guió a sus compañeros a una victoria que fue épica y a la vez merecida. La Gata Fernández y Boselli metieron los goles
Estudiantes fue un verdadero León en Belo Horizonte y contra todos los pronósticos se quedó con la Copa Libertadores de América en una final épica en la que venció 2-1 al poderoso Cruzeiro.
Juan Sebastián Verón, su capitán y figura, marcó el camino. Marcó y jugó como lo que es: uno de los mejores jugadores del mundo. Y contagió a sus compañeros que pusieron el corazón en cada pelotota y, a la vez, se apegaron a un planteo inteligentísimo diagramado por el técnico Alejandro Sabella.
Ganó más que bien Estudiantes. Porque no sólo jugó mejor que su rival sino que además no se amilanó cuando, antes de que se cumpliera diez minutos del segundo tiempo, quedó uno a cero abajo por un tiro de media distancia que se desvío en el Chavo Desábato y descolocó andújar.
Pero poco después un genial pase de Verón puso a Celay en posición de puntero derecho sin marca y su centro rasante fue empujado al gol por otra de las figuras del partido, la Gata Fernández.
Después, cuando Estudiantes iba e iba como si no fuera visitante, Boselli cabeceó al gol un córner estupendamente pateado por Verón.
El Pincha aguantó las estocadas finales de Cruzeiro, con Verón una vez más cabeceando en su área y con una defensa que se tornó impasable, y explotó con el pitazo final de Chandía.
El Estudiantes de Sabella escribió otra página brillante en la gloriosa historia de un equipo de tradición copera. Comparable a la de aquellos años de Osvaldo Zubeldía, cuando Juan Ramón Verón era uno de los jugadores clave. Su hijo, Juan Sebastián, fue quien continuó la tradición y, definitamente, se recibió de héroe.
Estudiantes fue un verdadero León en Belo Horizonte y contra todos los pronósticos se quedó con la Copa Libertadores de América en una final épica en la que venció 2-1 al poderoso Cruzeiro.
Juan Sebastián Verón, su capitán y figura, marcó el camino. Marcó y jugó como lo que es: uno de los mejores jugadores del mundo. Y contagió a sus compañeros que pusieron el corazón en cada pelotota y, a la vez, se apegaron a un planteo inteligentísimo diagramado por el técnico Alejandro Sabella.
Ganó más que bien Estudiantes. Porque no sólo jugó mejor que su rival sino que además no se amilanó cuando, antes de que se cumpliera diez minutos del segundo tiempo, quedó uno a cero abajo por un tiro de media distancia que se desvío en el Chavo Desábato y descolocó andújar.
Pero poco después un genial pase de Verón puso a Celay en posición de puntero derecho sin marca y su centro rasante fue empujado al gol por otra de las figuras del partido, la Gata Fernández.
Después, cuando Estudiantes iba e iba como si no fuera visitante, Boselli cabeceó al gol un córner estupendamente pateado por Verón.
El Pincha aguantó las estocadas finales de Cruzeiro, con Verón una vez más cabeceando en su área y con una defensa que se tornó impasable, y explotó con el pitazo final de Chandía.
El Estudiantes de Sabella escribió otra página brillante en la gloriosa historia de un equipo de tradición copera. Comparable a la de aquellos años de Osvaldo Zubeldía, cuando Juan Ramón Verón era uno de los jugadores clave. Su hijo, Juan Sebastián, fue quien continuó la tradición y, definitamente, se recibió de héroe.