Infancia

“Había una vez, en un país muy lejano, un reinado que era protegido por...”

- ¡No! –Interrumpió el muchachito- Abuela, no quiero escuchar historias de nenas... –dijo defraudado.
- Pero si yo te estaba por contar “Los Tres Mosqueteros”.
- ¡Es lo mismo! Son cuentos de nenes chiquitos... –Aclaró tirándose aire de madurez.
- De acuerdo. –Accedió la abuela- ¿De qué querés que se trate? –Automáticamente los ojos del niño se iluminaron.
- ¡Quiero que tenga vampiros! ¡Guerra, sangre y todas esas cosas!
- No podrás dormir si te cuento una historia como esa... -Predijo.
- ¡¡No importa!! –Aseguró quitándole el viejo libro de las manos de su abuela y acomodándose mejor entre las sábanas de su cama.
- Bueno, pues... déjame ver qué se me ocurre... –Comenzó.


“Eran tiempos de guerra. Todo el mundo lo sabía. Tenían miedo de deambular por las calles a causa de algún ataque. Los vampiros estaban sueltos y sin control como una plaga. La armada no podía contra ellos, sólo el sol. Pero éste era traicionero y permanecía en el cielo unas pocas horas.
Los habitantes tenían las entradas a sus casas bendecidas y sellados con objetos benditos, pero ellos siempre encontraban algún descuido y lo aprovechaban...”
- ¿Para cenar? –Inquirió el chiquillo revolviéndose nervioso en la cama.
- Si, para cenar. –Aseguró ella, cobijándolo una vez más.


“...Se prendían de sus víctimas con sus afilados y largos dientes como depredadores fatales. Los sub-clanes habían desaparecido y unificado en uno sólo, el cuál se hacía más poderoso cada día que transcurría. Nadie tenía el valor de hacerles frente... Excepto una pareja solitaria que, cuando lo perdió todo en sus garras, decidió cobrar venganza cueste lo que les cueste.”
- ¿Ellos eran los buenos? –Volvió a interrumpir.
- Si. Ellos son los héroes de la historia. –Consintió la abuela.


“La pareja sabía el próximo movimiento de los vampiros. Atacarían un casino muy importante de la ciudad que funcionaba bulliciosamente de noche, como mofándose del peligro que escondían las sombras. Los cazadores se mantuvieron en alerta por varias horas en la entrada del lugar. Pronto comenzó a percibirse un extraño movimiento en la oscuridad... Se alistaron para la batalla que tendrían esa noche.”

La abuela había logrado inquietar a su nieto, y antes de que éste pudiera decir algo, continuó rápidamente.


“De repente, desde atrás, saltó un vampiro con las garras abiertas y sus colmillos fuera de su boca, listos para penetrar en la carne de alguna victima. Sin embargo, el hombre fue más veloz y le disparó asestándole el disparo en el pecho y reduciendo a la demoníaca criatura a polvo. Ella, por su parte, le cubrió la retaguardia, haciendo tres disparos a la oscuridad, escuchando con satisfacción los gemidos de los no-muertos.
Por un momento todo estuvo en una calma pacífica. Un silencio muy extraño y descomunal. Pero no duró mucho. Alrededor de quince demonios aparecieron por el frente del casino, otros diez por el callejón de la derecha, que daba directo a la calle y otro tanto de criaturas entraban ruidosamente por el techo de vidrio.
Las criaturas no se preocuparon por anda y no perdieron tiempo. Apenas podían atrapar a una víctima indiscriminadamente de qué o quién fuera, pasaba a convertirse en un bocadillo más. Algunos de ellos preferían matar a su cena primero, con golpes en la cabeza o asfixiarlos, pero sin jamás derramar una sola gota de la valiosa sangre.
La pareja se apresuró, debían acabar con la mayoría sino con todos ellos. Se ubicaron en posiciones estratégicas... Ella sobre una mesa de póquer y él arriba de una barra de tragos. Dispararon sin cesar, dándole fin a montones de pesadillas. Pero se dieron cuenta que eran invencibles, no sólo por el hecho de que debían acertar sus escasos disparos, sino que también, mas aliados comenzaron a arribar complicándoles el deber.
Los cazadores estaban aturdidos, pero no desentendidos. No dejaron que el temor les ganara. No permitieron que nada los vencieran. Aun cuando al hombre se le acabaron las balas de plata, tomó su crucifijo y estaca y se lanzó sobre un par de monstruos mostrando el tamaño de su valor. Su compañera que aún podía luchar a salvo, vio con horror cómo su compañero era jalado de todos lados, golpeado y desangrado por sus atacantes, dejándolo vacío y seco, tirado a un lado sin mucha consideración.
Fue allí cuando todos los vampiros se abalanzaron sobre ella. Apartando sus emociones y dolores de la mente, se preparó para la última batalla de su vida en memoria de todos aquellos por los cuales había luchado. Saltó de la mesa y se alejó lo más rápido posible por un pasillo cercano, pese a su esfuerzo, pronto estuvo rodeada. Le sujetaron los brazos, piernas y la tiraron al suelo. Una de las criaturas, la que estaba más cerca de su cuello abrió enorme su boca dejando al descubierto cuán afilados estaban sus colmillos. La mujer pudo sentir su aliento en la piel y...”
- ¡¡Basta!! –gritó el niño de repente. La abuela se sorprendió.- ¡Qué miedo! ¡¡No podré dormir si me lo terminas de contar!!
- Ya decía yo que eres muy jovencito...
- ¿De dónde sacas cosas tan feas?
- Tú me dijiste que querías... –intentó excusarse la abuela, pero el libro que su nieto no le había permitido leer la interrumpió.
- ¡¡Ahora deberás contarme la de Los Tres Mosqueteros!!
- ¿Pero, no que era...
- ¡¡Sólo cuéntamela!! –Pidió el chico en casi un ruego, y se volvió a acomodar entre las sábanas cerrando con fuerza los ojos, tratando de no imaginar cómo termino la desafortunada mujer de la historia de su abuela.


Muchas gracias Benyi^^