Los amantes del mito. Los nostálgicos de aquella revolución. Los idealistas de ayer y de hoy. En realidad, todos los que pasen por la pintoresca localidad de Alta Gracia en la provincia argentina de Córdoba, tienen una cita con el Museo del Che Guevara.
En la que fue su casa de la infancia, en una ciudad conocida desde siempre por su clima benéfico para las afecciones respiratorias (el Che era asmático desde pequeño), el museo recrea el ambiente familiar en el que vivió 11 años de su vida.
Tal vez esta nota humana y cotidiana, de una vida familiar común a la época, es lo que más impresiona en la visita. Ese enfrentarse a la desmitificación del héroe revolucionario para encontrarse con un niño normal que paseaba con sus hermanos por el Tajamar y se escapaba a bañarse en los remansos de piedra que dibuja el río cercano.
