¡Qué mal nos separamos! ¿Por qué? ¿No recuerdas acaso la promesa que hicimos de no mentir y crecer en nuestra mutua fe?
No fui yo... tal vez tampoco fuiste tú. Sabes quien fue el culpable... El amor! Sí, el amor! Fue tan amarga nuestra última despedida! ¿Pero es que acaso hubo despedida?
¡Ah, qué innobles palabras dictó nuestro rencor!
Saltaste el orgullo que era todo tu honor mas yo reprimía las lágrimas en mi altivez herida.
¡Que extraño! Desde que nuestras vidas unimos parece que una fuerza nos quisiera separar.
A esa fuerza ninguno de los dos contribuimos, porque si tú no me amas, yo te amo mil veces más.
Si algún día cansado llegaras y volvieras a amarme de nuevo, tendríamos nuevos goces y perdurable calma, serenos nuestros diálogos y tal vez habrá en tus labios un dejo de amargura, o de arrepentimiento.
Mas por todos los reproches que tu crees merecer, verás mi alma tan solo! Dos brazos que se abren para ti.
Al jurarme mil perdones un tibio beso tapará tus labios y en mi alma un geniecillo loco gritará ha vuelto y ya no se marchará. "ha vuelto", repetiré, "y ya no lo dejaré ir"
