Supertición.

Corría el año 2000, en mi calidad de fotógrafa, había sido invitada junto a representantes de mi ciudad, Poder Municipal, Judicial, medios periodísticos y un representante de las fuerzas de tierra y aire a pasar un atardecer ,una noche y un amanecer en el mar. Nos dirigíamos a una ciudad cercana, íbamos muy despacio. Este era el primer viaje que iba a realizar en barco. Cuando me llamaron para invitarme pregunté si tendría alguna compañera de viaje afín a mi profesión, me contestaron afirmativamente, diciéndome que se trataba de una prestigiosa periodista radial de los medios locales.
Embarqué a las 17 horas en el buque oceanográfico "Luna Encantada", una tarde soleada que no hacía esperar lo que luego aconteció. Se me designó un camarote que debía compartir con mi compañera. Un marino me mostró mi salvavidas y el número de la balsa a la que pertenecía. Mas tarde vino un enfermero que me hizo varias preguntas con respecto a mi salud, me dió unas pastillas para los posibles mareos que podría sufrir.
Entonces me di cuenta de mi indefención, mi compañera no había embarcado, tampoco había avisado para que yo tuviera la opción de no ir, me encontraba sola sin familiares o amigos en el mar, un lugar desconocido para mi preparándome para un posible peligro como los preparativos lo dejaban entreveer. Mas tarde comenzó a oscurecer, junto con la noche se desencadenó una terrible tormenta. Nos habíamos alejado de la costa y solo a lo lejos se veían las lucecitas titilar. Luego me enteré que era la única mujer a bordo, comenzaba a enfurecerme con la liviandad de aquella desconocida. Mientras me instalaba, fui interrumpida por altavoces que llamaban para hacer un simulacro de salvataje en la cubierta;me encaminé con mucha dificultad tambaleándome por los pasillos porque el barco cabeceaba raudamente, se nos indicaba que debíamos encontrar nuestro bote y alinearnos frente a él. El viento y la lluvia azotaban nuestros cuerpos que aunque enfundados en gruesos camperones de cuero, rostros esbozados para para paliar la inclemencia del mal tiempo, no dejaban de mostrarnos con que debíamos enfrentarnos. En ese momento me di cuenta que con el viento y el agua azotando la cubierta, con dificultad para caminar por el movimiento del barco, ni por asomo podría abrocharme las correas del salvavidas porque me resultaba difícil. Comencé a pensar que sola en mi camarote , asustada y recorriendo un camino para mi desconocido hacia ese bote, nunca podría ponerme a salvo en caso de necesitarlo. Además todavía estaba muy disgustada por haberme quedado sola con aquellos desconocidos;aunque eran gente muy amable satisfaciendo hasta el último de nuestros requerimientos. La tormenta aumentaba y el barco escoraba haciendo que todos los presentes nos sostuvieramos de los distintos muebles. Fue llegando la hora de la cena, nos presentaron una mesa llena de exquisitos manjares con excelente presentación, nos decidimos a disfrutarlos; entonces hombres de la tripulación y algunos invitados tuvieron que levantarse de la mesa porque se sentían mal. En medio de ese caos se cortó la luz, esto contribuyó a que todos nos pusieramos mas tensos, se observaron algunas linternas que con sus chorros de luces inundaron el ambiente trayendo un poco de alivio. Los platos y las copas corrían sobre las mesas y chocaban contra los bordes resonando. Con la sobremesa se oyeron las conversaciones de los avezados hombres de mar, el capitán y los oficiales mas antiguos. Comenzaron a contar historias de noches como aquella, de naufragios,de muertos, de sobrevivientes y de algunas cábalas que ellos tenían, aumentando así el suspenso reinante. Se veían algunos rostros cenicientos que trataban de disimular su malestar y su descontento. Entre sus historias se destacaban algunas que decían que la tormenta se habia desencadenado por un motivo conocido por ellos y que de no amainar sabrían que hacer para disiparla. Lo decían muy serios como convencidos de que así cocurriría.
Mas tarde alguien de la tripulación me comentó que había una leyenda que decía que una mujer sola a bordo era el motivo de esa tempestad y que para evitar un naufragio se desharían de ella. Por supuesto que como no creía en esas cosas, me comporté como si nada pasara y hasta bromeé con la situación no permitiendo que me intimidaran. Aunque debo confesar que todo aquello no dejaba de agregar un poco más de incomodidad a mi estadía.
Luego los jóvenes marinos de la cocina que habían simpatizado conmigo, me llamaron para decirme que hiciera caso omiso de lo que allí escuchara, que eso lo hacían con todos los novatos y que era como una especie de bautismo.
Fue pasando la hora y llegada las dos de la madrugada todos se fueron a dormir. Me quedé escuchando música en la sala de oficiales, mientras se oía el estruendo de los cuadros que se balanceaban sobre las paredes, cortinas que se hamacaban y caserolas y utensillos que estrepitosamente eran arrastradas de un lado a otro dentro de los armarios, chocando y cayendo contra sus paredes. Ni pensar en asomarme por el ojo de buey que tenía a mi derecha ya que el horizonte aparecía y desaparecía de tal modo con la escora que intimidaba. Las puertas de los camarotes que habían quedado abiertas, se cerraban a intervalos estrepitosamente con estruendo metálico en la oscuridad de la noche.
Afortunadamente fue pasando el tiempo , vinieron a buscarme desde el puente para que fotografiara el amanecer. Seguí a los marinos hacia la proa, al llegar vi el cielo rojizo y el mar todavía embravecido. Hice algunas tomas, con el sol las cosas parecían distintas y el suspenso de esa noche había llegado a su fin.
Lentamente nos encaminamos al puerto, algunos invitados desembarcamos, volveríamos por tierra a nuestros hogares,otros decidieron quedarse y regresar por mar.
En el viaje de regreso en la ruta no podía dejar de pensar en aquellas creencias, seguramente nacidas de la ignorancia de alguna región marinera, en el pasado, historias tan inverosímiles...Esos comentarios que corrían de boca en boca hasta transformarse en leyenda. Pero ya sana y salva rumbo a mi hogar, estaba contenta que lo siniestro de aquella travesía había quedado atrás y seguir firme con mis convicciones, mi vida continuaría como siempre...
A la mañana siguiente me dirigía para hacer unas fotografias, al pasar por un kiosko unos titulares en los diarios llamaron mi atención, el buque "Luna Encantada"había naufragado , los sobrevivientes aterrados contaron que cuando ya el barco se hundía, desde uno de los camarotes se oyeron gritos de mujer, aunque se volvieron e intentaron destrabar la puerta totalmente atascada, tuvieron que abandonar la tarea para salvar sus vidas.
Azorada, no pudiendo creer lo que mis ojos veían porque siempre había creído que era la única mujer a bordo. ¿Tal vez aquella locutora si había embarcado? ¿Quizás se había quedado dormida?. No sabía develar el misterio...pero ante mi asombro aquella supertición relatada por los hombres de mar, se había cumplido...Greys.