Un cuento..

Llego al laburo, dormido como siempre, me termino el cigarro en la puerta mientras disfruto de mi coca-cola observando cada movimiento, estudio cuidadosamente el público que está sentado en la terraza. Hoy es día de la Merced, una celebración acá en Catalunya, que no se qué carajo significa. Lo único que sé, es que el día de hoy, por culpa de esta puta fiesta, mis clientes no van a ser Ingleses sino españoles, y lo que es aun peor, Catalanes. No tengo nada en contra de
estas maravillosas personas, no me molesta que me hablen en Catalán sabiendo que soy argentino y que apenas les entiendo, no me molesta que sean increíblemente hincha pelotas y me pidan un tallat descafeinat de maquina, con sacarina, con hielo, y natural. Lo único que me jode, es que después de romperte tanto los huevos, no te dejen una mierda de propina. Yo me puedo putear con un inglés, la comida puede ser un asco, la cerveza puede estar caliente, pero el pelotudo me va a dejar guita.

Viendo el panorama, y dando por sentado que este iba a ser un día muy pero muy largo, decido bajar a cambiarme. Y tal vez quién sabe?; últimamente me volví tan bueno en esto que por ahí hasta los catalanes me dejan unos mangos.

Una vez arriba, cambiado y listo para aguantar lo que venga, espero a que uno de los encargados me indique cual seria mi rango; hoy me toca adentro, zafé. Afuera iba a tener que correr como el hijo de una dona de carrer para llevarle sus cafés "especiales" a todos los egocéntricos de mierda, a los que no les alcanza con pedirte un cortado, porque cortado es poco, parece que no le están sacando jugo al 1.50 que pagan por él, entonces le agregan un "con hielo". Ellos no lo quieren con hielo, ellos lo que quieren es joderte, y saben que así lo logran. Pero hoy ese no es mi problema, hoy me voy a relajar, voy a servir unas cuantas mesitas, limpiar alguna que otra boludez, y por sobre todas las cosas, mirar cómodamente cómo mis compañeros corren y putean.

Un camarero me pasa su rango antes de irse. Mesas fáciles, todas prácticamente listas para pasarles la cuenta, solo tenía que pasar un café con leche y un crossaint a la mesa 2. En esa mesa estaba sentada una señora entrada en años, una Catalana.

- A esta le saco bote - le dije a Roger, un colega filipino, el cual se rió de mí como si le estuviera haciendo un chiste

- Sos boludo? a esta le saco bote vas a ver- insistí

-jajajajaja sí claro tío.

Agarré el café con leche decidido y me dirigí a la mesa. La vieja no tenía idea de lo que le esperaba, yo, Alejandro José Di Salvatore, el mejor camarero de toda Catalunya le iba a servir un café con leche; ¡no! ¡No le iba a servir un café con leche! le iba a hacer un show!! La iba a conmover con mi extraordinario encanto y simpatía, la iba a enloquecer con mi electrizante y carismática sonrisa, y me iba a dejar una propina de la puta madre porque jamás, en sus doscientos quince años de vida, a este vejestorio le había tocado un camarero tan lindo y maravilloso como yo!

Fui al la computadora, en este restauran todo se maneja con estos aparatos, vos apretás el botón de lo que vas a pedir, por ejemplo, "café con leche", y en la tiquetera de la barra sale un papelito que dice: "café con leche mesa x". Un sistema muy moderno que vi en muy pocos lugares. Fiché "café con leche" y fui hasta el encargado de la barra, ah sí, acá hay hasta encargado del baño, y le dije intentando imitar el acento catalán: "Juan!! El café amb llet urgente si us plau!!". Juan
es un gallego de unos 60 años... no es catalán, vive en Barcelona hace 40 años pero no te dice una palabra en este idioma aunque lo cagues a trompadas, lógicamente me mando a la mierda como de costumbre.

Cuando estuvo listo agarré el café y fui a enfrentar mi destino.
Llegué a la mesa, pero no apoyé el café en la mesa de manera ordinaria, como iba a dejarle el café como si fuera una clienta común y corriente? no señor!, a esta vieja la iba a tratar como a la mismísima reina de España!, y así fue, como al acercarme, realicé terrible pantomima, tocando las rodillas con el suelo y agachando la cabeza, deposité el café con leche delante de esta gran señora, quien asombrada ante semejante acto de estupidez no pudo mas que contener una tímida sonrisa. El truco había funcionado, me había ganado a la vieja, ahora sólo tenía que seguir con el juego hasta exprimirle el último centavo del monedero.

Claro está que ante tal muestra de debilidad tuvo que retrucar rápidamente para que yo no creyera que me la había comprado, e inmediatamente replicó: "y mi crossaint?" fingí una exagerada cara de sorpresa y replique: "de inmediato!!". Me levanté apresuradamente y corrí hasta la barra, agarré la factura reseca, una servilleta, cubiertos que seguramente no utilizaría, y volví como un rayo a la mesa repitiendo la vergonzosa pantomima.

-Sacarina- replicó. Con eso me lo había dicho todo, como pude ser tan ciego?; un ser tan celestial jamás tomaría su café con azúcar, eso es para los burdos plebeyos, mi señora lo toma con sacarina, como todas las criaturas agraciadas del Señor. Oh Dios perdonadme! qué pecado he cometido al traerle azúcar a tan sensible doncella? Así que otra vez, poniendo cara de dolor e indignación conmigo mismo, corrí hasta el pase y le traje, sobre un platito con una servilleta debajo, la bendita sacarina, repitiendo por tercera vez la puta pantomima.

A estas alturas la vieja ya se partía el culo de la risa, y con esto creí que terminaba el show. Pues va a ser que no chaval, apenas apoyado el platito manifestó sus deseos de un vaso con agua, esto representaba un problema. En la Taberna del Bisbe, no ponemos "vasos con agua", ponemos botellitas de 333cc. Que debía hacer?, explicarle la situación a mi reina?, decirle que debía de pagar por el agua?, confesarle que no me era posible entregarle agua del grifo?, agua del grifo?, mi reina tomando agua del grifo?!, eso nunca me lo perdonaría! Corrí a la barra y pedí con ímpetu una botella de agua.

-Fíchalo- me contesto un subnormal desde adentro. Ficharlo?, acaso hemos perdido la razón?, Cómo iba yo a cobrarle el agua a mi señora??

-Loco, no lo puedo fichar, es jodido de explicar, pero te pido por favor, por lo que más quieras, dame una botella de agua!

Y no se habló más, me dio el agua, y fui en busca de un vaso... un vaso?, como que un vaso?, eso no podía estar bien. No! ella tomaría en una copa de vino, y no en cualquier copa, sería la copa más grande que encontrara en la Taberna!

Al encontrarla, noté que estaba sucia, bueno sucia no, pero sin dudas no lo suficientemente higienizada para ella. Así fue que procurando que me viera, exigí agua caliente y un paño... con el vapor del agua mojé la copa, y con el paño la dejé impecable. Casi se me descostilla de la risa la vieja cuando vio semejante copa, a pesar de eso intentó conservar la cordura y disimuló familiaridad. Me retiré a estudiar la situación de lejos, no sin antes repetir la pantomima.

Tenia que estar atento a cualquiera de sus movimientos, cualquier cosa que indicara que fuese a pedir la cuenta que por cierto, ya tenía preparada en el bolsillo delantero de mi camisa, pasé caminando cerca pero sin mirarla, yo sabía que me observaba y que me iba a hacer el gesto de que quería pagar en cuanto la viera, pero tenía que hacerla esperar un poco, no mucho, pero sí el tiempo justo. Todo forma parte de un juego sicótico que sólo el camarero entiende. Anduve unos segundos distraídamente, hasta que me pareció oportuno hacer contacto visual, apenas imperceptible fue el gesto mediante el cual me dijo que quería pagarme. Tomé la nota de mi bolsillo, pegué un salto y caí realizando la quinta, última y espectacular pantomima para deleite del dinosaurio. Fin de la función.

Revisó su cartera, tomó el dinero y lo dejó sobre el platito. Me acerqué sin más preámbulos, el acto había terminado, sólo quedaba recoger los frutos de mi obra maestra. Agarré los 5 euros, le di el cambio y casi sufro un infarto al notar que me tomaba la mano apresuradamente, y me entregaba mi trofeo. Cerrando la mano con fuerzas, sin ver a cuánto ascendía la suma, me retiré diciéndole “gracias”, complacido de mi excelente performance.

Me acerco a Roger todavía sin ver cuanto me había dejado esta gran mujer.

-Que te dije???

-Que?

-No te dije que le sacaba bote a la vieja?!

-Que dice´ tío??

-Roger, le saqué bote a la vieja!!

El filipino me miró estupefacto, sus ojos no podían ocultar la sorpresa y admiración de mi genialidad. Había realizado el milagro, había hecho magia.

-Joooode!!! Cuanto te ha dejado??

-Todavía no vi Roger.... cuanto decís?

-No, no lo se es muy difícil

Abrí mi mano lentamente tenia miedo de mirar, no podía mirar! cerré los ojos y esperé la reacción de mi compañero. Su risa no dio lugar a la imaginación, 4 céntimos, cuatro putos céntimos me dejó la conchuda!! O sea, hija de puta!! Dos monedas de dos, no pago ni un céntimo cada una de mis ridículas reverencias. No lo entendía, era inaceptable, una aberración al glorioso mundo de la hostelería! Si no me dejaba nada, era una rata inmunda, pero al dejarme 4 céntimos, me estaba diciendo: "Gracias, este es el precio de tu trabajo"

Recuerdo el día de la merced como un día nefasto de mi estadía en España, un día en el que me enfrenté a hordas de catalanes hambrientos de torradas y sedientos de agua de grifo. Un día para el olvido.