Frío atardecer

Frío atardecer.Autor Greys.


Luego de una larga historia de varios años, que prefiero olvidar, porque oscureció mi horizonte y contrarió mi ánimo; junto a un compañero con quién comparto el hobby de la fotografía, con la cual hemos pasado hermosos momentos dedicados al arte de jugar con la luz.
Tuvimos que cumplir con una empresa que se había planeado en el pasado y que al fín pudo concretarse. Se muy bién , que las obras de caridad deben ser anónimas, pero en este caso lo comentaré porque solo fui muda espectadora, me tocó a mi ayudar a cumplir algo prometido y planeado en el pasado por otras personas; tal vez el destino me mandó allí.
Era este un frío atardecer, oscuro, lloviznaba intensamente, con nuestro gastados y cansados huesos , nos dirigimos hasta una villa cercana al arroyo "la tapera", a medida que íbamos adentrandonos por caminos desiertos, me sentí un tanto inquieta; tantas son las historias que esos lugares emanan... que no pude dejar de percibir esa presión del ambiente, principalmente, lo desconocido. Íbamos a un comedor de niños carenciados. No se porqué imaginaba un lugar tradicional, parecido a tantas escuelas rurales enclavadas en nuestro país, que al llegar y ver la chatura de los edificios, digo edificios por llamarlos de algún modo, pero la descripción exacta sería, una especie de precario salón, que aunque prolijo me provocó una singular tristeza. Tanto los grandes como los chicos nos recibieron con tremenda algarabía; muy entusiasmados los niños, comenzaron a descargar todos los cometibles y golosinas que se encontraban en nuestro auto. Era un ir y venir de pequeños que se disputaban el protagonismo de llevar los paquetes, aunque algunos, por lo pesados los hacían tambalear debido a su escasa estatura y edad, el entusiasmo no cesaba, hicieron todo el trabajo y satisfechos, jugaban unos, otros esperaban recompensa. Para unos aquella merienda que tomarían sería su único alimento hasta el día siguiente. No obstante pude observar que todavía no había llegado el total de los chicos; un rato mas tarde se comenzó a llenar el comedor; parecían bandadas de pájaros que con sus trinos lo inundaban todo y semejaban a esas plazas en las que recogen las miguitas que los transeúntes les arrojan.
Su impaciencia era grande se chocaban y jugaban alborotados a la espera de su magra ración. Había que oler el aire, que entremezclado con las humeantes tazas y un "no se que", imposible de describir, provocaba una desazón sin límites. Por momentos mis ojos se humdecieron , pasé mis dedos por ellos y pude comprobar que eran lágrimas. Miraba esas caritas coloradas por el frío, desaliñados, sus cabellos enredados, mostrando el poco cuidado que les prodigaban en sus hogares. Pensé que:-"Esos niños de hoy, serían los hombres y mujeres de mi patria en el mañana". Henchido mi corazón por la pena, la impotencia, la desilución y casi el odio hacia esos gobernantes insensibles, que les estaban quitando el presente y el futuro.
Volvimos, pensativos, silenciosos, tal vez no fueran ahora nuestros huesos los que pesaran, sino nuestras almas. En aquel crudo atardecer, tan crudo como la realidad reinante. A toda esto solo lo vemos o escuchamos en los medios de comunicación, como noticias sensacionalistas, pero con solo transitar unos kilómetros, nos encontramos con algo parecido o tal vez peor. Esta experiencia me ha acechado durante todas estas horas, de la que no he podido sustraerme ni siquiera por un instante. Hasta que dejándome llevar por mis impulsos, he tenido que plasmarla en el papel.

Greys